Todavía me acuerdo de las voces muy autorizadas de expertos economistas que, antes de que estallara la última crisis financiera, se ufanaban de que los indicadores económicos iban de maravilla, no había productos subprime en España, teníamos el sistema financiero más sólido de Europa y el cambio climático era una filfa alarmista.

Pero luego la realidad se impuso implacable. Los excesos financieros se tradujeron en pérdida generalizada de riqueza, cierre de empresas, paro, deterioro de las condiciones socio-económicas, etc. Al final, si reflexionas sobre tanta insensatez, te das cuenta de que en el origen de estos desmanes están comportamientos económicos que dan la espalda a los valores. Es el triunfo destructivo de la voracidad cortoplacista sublimada.

Afortunadamente cada vez hay más consciencia: cada vez más gente se da cuenta de que no somos islas. Nuestras decisiones afectan a los demás y al planeta que habitamos. No da igual dónde ponemos el dinero. Si como inversores únicamente buscamos rentabilidad económica, tal vez estamos contribuyendo inconscientemente a degradar nuestro entorno y deshumanizar más la economía. Yo, a veces, me pregunto ¿estaré financiando el calentamiento global, el trabajo infantil, la guerra de Siria, la…?

La Bolsa Social surge precisamente de una toma de consciencia. Hace tres años un grupo de profesionales decidimos no resignarnos a aceptar que la economía tiene que ser deshumanizada y destructora, las personas son meros números y los recursos del planeta están para usar y tirar sin reparar en las consecuencias. Quisimos empezar a poner alma en nuestras decisiones económicas, de emprendimiento, de ahorro, de inversión y de consumo. La economía somos cada uno de nosotros y la construimos con nuestras decisiones.

La Bolsa Social parte del convencimiento de que se puede apostar por inversiones que nos mejoren como sociedad, sin renunciar a una justa rentabilidad económica. No estamos solos, ni nos inventamos nada nuevo. Es la llamada inversión de impacto social, y en el mundo hay más de 114.000 millones de dólares invertidos en activos de este tipo, es decir, en empresas, fondos y organizaciones que buscan producir un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente.

Además, decidimos hacerlo de una manera participativa, abierta a todo el mundo, democrática y transparente, a través de una plataforma online de inversión colectiva. En la Bolsa Social cualquier persona puede decidir invertir su dinero de acuerdo con sus valores, sin tener que taparse los ojos (o la nariz), sin resignación, estando orgullosa de apoyar a empresas jóvenes que mejoran la vida de la gente y nuestra sociedad y cuidan del medio ambiente.

Han sido tres años largos, con mucha pelea, prédicas en el desierto, incredulidad de mucha gente, y no poca suspicacia. Pero, gracias a los valiosos aliados que apostaron por la Bolsa Social, entre ellos Triodos Bank, y a inversores comprometidos, nuestros esfuerzos han valido la pena. Hoy la Bolsa Social la forman casi 4.000 personas, que han financiado 10 empresas sociales por valor de casi 2 millones de euros. Hasta la fecha, somos los mayores inversores de impacto social en España.

Sabíamos desde el principio que era importante hacer las cosas bien, con rigor profesional. Por eso fuimos la primera plataforma de financiación participativa en España en obtener la autorización de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Y, lo más satisfactorio de todo, hemos demostrado que funciona: los inversores de la Bolsa Social han apoyado el desarrollo de empresas que reducen el abuso de químicos en la agricultura, tecnología que mejora la calidad de vida de las personas con discapacidad, que dan acceso al agua potable a colectivos desfavorecidos en países en vías de desarrollo, proyectos que conectan productores de alimentos sanos, de temporada, respetuosos con el medio ambiente, directamente con el consumidor consciente, plataformas que fomentan el acceso a la cultura o facilitan una educación de calidad e inclusiva.

Eso, por un lado. Y, por otro lado, los inversores de las dos primeras empresas de la Bolsa Social (utopic_US y Nostoc) han obtenido una rentabilidad (TIR) del 41% y del 32% respectivamente. La rentabilidad en estos casos ha sido muy alta, porque el riesgo que asumieron los inversores al apostar por apoyar empresas jóvenes e innovadoras es elevado. Como se dice en estos casos, rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras.

Los inversores de la Bolsa Social optan conscientemente por invertir su dinero en empresas jóvenes e innovadoras, de la economía real, que tienen la misión de cambiar las cosas a mejor, y que miden y reportan el impacto que producen en la sociedad y el medioambiente. Nuestra misión es buscar, encontrar, analizar y seleccionar para nuestros inversores las mejores oportunidades. Nos gusta ser brutalmente transparentes, por eso repetimos que es una inversión de riesgo, una apuesta, porque sin riesgo no hay premio.

La comunidad de inversores y empresas de la Bolsa Social sigue creciendo. Hemos aprendido mucho de nuestros aciertos, y mucho más de nuestros errores, y procuramos mejorar cada día de la mano de nuestros partners, como Triodos Bank, con quien compartimos visión y misión. Los próximos años se presentan llenos de posibilidades, y queremos estar a la altura de las expectativas positivas que hemos creado.

Imagen superior de Mercatrace, plataforma de trazabilidad alimentaria que ha logrado captar inversión a través de La Bolsa Social.