Consumidores es un término que, por definición, nos incluye a todos. Se trata de grupo económico más grande que afecta y es afectado por casi todas las decisiones económicas públicas y privadas. Sin embargo, son el único grupo importante cuyas opiniones no son escuchadas”.

El 15 de marzo de 1962, John F. Kennedy, presidente de los Estados Unidos, pronunció estas palabras ante el Congreso de su país para más tarde desgranar cuatro derechos básicos de los consumidores que los gobernantes debían garantizar. Este discurso se asume como el punto de partida del reconocimiento de los derechos de los consumidores y su fecha, 15 de marzo, se fijó como el Día Internacional en el que recordar su existencia, velar por su cumplimiento y promover su desarrollo.

Ha pasado más de medio siglo desde que esta intervención se tradujera en una regulación garantista del comprador ante el vendedor o el fabricante que adquiere. Pero durante estas décadas algunos de los términos se han modificado. Los individuos han incorporado a sus decisiones de compra preocupaciones como, por nombrar solo tres ejemplos, el cambio climático, las condiciones laborales de los trabajadores en países en vías de desarrollo o la desaparición de especies a manos de un consumo desaforado. No en vano, el 60% de los españoles declaran que, ante dos productos de similares características, comprarían siempre el más responsable aunque fuera más caro, según se desprende del informe Forética 2015 sobre el estado de la RSE en España.

El 60% de los españoles eligirían el producto más responsable aunque fuera más caro que uno de características similares

Al fortalecimiento del concepto de conciencia social se le une la labor de un número creciente de entidades y asociaciones que aspiran a dar un paso más. ¿Por qué no indica la etiqueta en qué condiciones se ha fabricado una prenda? ¿Cómo se garantiza que un alimento concreto se ha elaborado mediante procedimientos que no dañan la salud del planeta? ¿Tiene en cuenta este hotel criterios de sostenibilidad turística a la hora de desarrollar su actividad?

Estas y otras preguntas, así como sus respuestas, están cada vez más presentes en lo que se consideran derechos del consumidor, y así lo perciben las asociaciones y entidades desde distintos ámbitos. En 2015, la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) preguntaba a sus socios por su opinión sobre las entidades bancarias. En la encuesta se incluían cuestiones relativas a la transparencia, por ejemplo, y en sus resultados, la organización destacaba esta cuestión entre las conclusiones más significativas. Por su lado, la firma 21Gramos también ha publicado una investigación en la que, tras realizar una encuesta, constata que la mayoría de los consumidores quiere saber en qué condiciones se fabrican los productos que compra o cómo se obtienen las materias primas. Como se desprende de las respuestas, las personas miran de cerca a las marcas en las que buscan, cada día más, valores como confianza, honestidad, transparencia, compromiso y responsabilidad.

Los consumidores juegan un papel clave en la creación de incentivos para una producción y una conducta empresarial responsables. En general son un agente clave para conseguir el objetivo último de la sostenibilidad”, aseguran Isabel Carrero, Carmen Valor y José Manuel Rosa, profesores de la Universidad Pontificia de Comillas, en su estudio La relación del consumidor con las etiquetas sociales y ambientales. En el mismo trabajo identifican la falta de información como el principal obstáculo que se encuentran los ciudadanos a la hora de aplicar la sostenibilidad en su cesta de la compra.

Los consumidores juegan un papel clave en la creación de incentivos para una producción y una conducta empresarial responsables
Isabel Carrero, Carmen Valor y José Manuel Rosa en el estudio La relación del consumidor con las etiquetas sociales y ambientales

Los autores proponen el etiquetado social, ambiental y ético como “la mejor manera de resolver las asimetrías de información, combinando estrategias de signaling, datos sobre el desempeño social y ambiental provenientes de la empresa, con las de screening, es decir, la información que proviene de terceras partes”. Una doble vía para que el consumidor disponga de información que sea entendible y creíble. Este último es, según los docentes, uno de los retos principales.

Toda la vida de una prenda, en su etiqueta

AITEX, el Instituto Tecnológico Textil con sede en Alcoy (Alicante), es el representante en España de la iniciativa Made in Green, con presencia en decenas de países de todo el mundo. Made in Green, promovido por OEKO-TEX® Association, ha creado una etiqueta que incorpora los criterios ambientales y sociales, o laborales seguidos en la fabricación de tejidos sostenibles. A través de un código numérico o QR, el comprador puede examinar en su página web un mapa con los lugares en los que la prenda ha sido procesada: desde el tratamiento de la materia prima hasta el lugar de la venta, sin olvidar los pasos intermedios.

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“Trabajamos desde hace más de dos décadas por el concepto ‘confianza en los textiles’. Como institutos textiles independientes, 16 en otros tantos países, fomentamos medidas para acentuar la seguridad y la sostenibilidad en la cadena de valor textil a través de la incorporación continua de mejoras”, declaran los responsables de la asociación.

Etiquetado ambiental: sabemos lo que comemos

Las ideas de trazabilidad e información son clave para el consumidor comprometido. Multitud de entidades lo han comprendido así, como por ejemplo la gallega Lonxanet, centrada en la obtención y comercialización de pesca sostenible y que elige la banca ética como socio financiero. Su ánimo es integral. Esta fundación ha puesto en marcha programas para enriquecer las etiquetas que acompañan a sus productos en las pescaderías, ha publicado un directorio en el que se incluyen restaurantes que solo utilizan pesca sostenible en sus platos, ha fomentado acciones de divulgación en Galicia a través de actividades turísticas y ha trabajado de manera intensa con el sector pesquero local.

Su labor se dirige a toda la sociedad: “Nacimos en 2002 con el objetivo de crear una sociedad más justa, que apueste por la implicación de los pescadores artesanales en proyectos humanos, empresariales y ambientales, enmarcados en un desarrollo sostenible”. A través de iniciativas como esta, el consumidor consciente dispone de las herramientas necesarias para examinar, en sintonía con sus ideas, tanto las compras que realiza como los momentos de ocio en los que participa.

El consumo responsable es una condición previa para alcanzar la meta de un desarrollo sostenible
Isabel Carrero y Carmen Valor en el estudio comparativo Productos con etiquetado social y ambiental

También en materia alimentaria, Blue Number, todavía en fase beta, aplica la filosofía Made in Green a la producción sostenible para que cualquier comprador conozca de manera fehaciente la procedencia de su adquisición. El sistema es sencillo, los creadores de esta propuesta también llevan el etiquetado social del papel a la web mediante, de nuevo, un número de registro único que identifica a cada individuo o entidad que comercializa alimentos desde cualquier parte del mundo. Cualquier persona con acceso a internet conocerá los datos de la granja o empresa y su “perfil de sostenibilidad” entre otros detalles. Una nueva herramienta para discriminar en función de, por ejemplo, la distancia desde el punto de producción hasta el de compra y su traducción en huella de carbono.

“La presión sobre los sistemas alimentarios se va a intensificar en la medida en la que la población mundial alcanzará, según las estimaciones, los 9.000 millones en 2040. Esto también demandará mayor atención a las condiciones de vida de millones de pequeños agricultores, mayor respecto medioambiental y patrones de consumo más conscientes”, aclaran los impulsores de Blue Number, que también destacan el aumento de la demanda de alimentos sostenibles por parte de los consumidores en los últimos años y la respuesta empresarial a esta preferencia.

“El consumo responsable es una condición previa para alcanzar la meta de un desarrollo sostenible”, sostienen Carrero y Valor en otro de sus trabajos. El objetivo se ha convertido en irrenunciable para buena parte de la sociedad que busca, a través de la información, adecuar sus decisiones de compra a su conciencia social. Estas inquietudes de ciudadanos y de organizaciones también tienen respuesta en el ámbito de los servicios financieros.

Como banca ética, Triodos Bank ofrece una serie de soluciones a particulares, empresas e instituciones basadas en el fomento de una economía real y sostenible a través de iniciativas con valor añadido en los ámbitos social, cultural y medioambiental, y lo cuenta con total transparencia. De esta forma, los consumidores de banca ética saben que su dinero está trabajando en la misma dirección que sus valores. Además, ha puesto en marcha el servicio de Consumo Responsable Triodos para facilitar, a todo el que lo desee, localizar comercios que trabajan con Triodos Bank en donde realizar sus compras responsables.

Texto: Víctor Regidor Sancho  · Imagen superior: OEKO-TEX® Association