Cada vez se oye hablar más de monedas alternativas, desde el Bitcoin a las monedas sociales. Pero, ¿cuál es su aportación a la sociedad? Compartimos ejemplos diversos y claves para formarse una opinión propia, además de la experiencia de Triodos Bank con una moneda complementaria del euro.
‘Blockchain’, bitcoin y el poder de la tecnología
Para entender la moneda virtual bitcoin y sus implicaciones, antes hay que hablar de blockchain, la tecnología que según algunos expertos puede cambiar la forma de entender el dinero y la economía. Blockchain es una modalidad de la criptografía, la disciplina relacionada con la seguridad tecnológica, que permite realizar un registro digital de transacciones.
Como explicaba el experto Brett Scott, en el curso del reciente Foro de la Nueva Economía y la Innovación Social (NESI) en Málaga, esto hace posible “pasar de tener intermediarios privados (como bancos) para controlar bases de datos privadas a tener una red pública de personas que mantienen una base de datos común”.
Por ejemplo, “se podría mandar un mensaje a esta red y decir que quiero mover dinero de mi cuenta en esta base común a la cuenta de otra persona en la misma, pero en lugar de contactar a un banco, contacto a esta especie de red distribuida”.
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En ello se basa bitcoin, moneda impulsada en 2009 por parte de un creador inicialmente anónimo y vinculada a valores como la libertad individual y la privacidad.
Para Scott, “aunque el blockchain es una tecnología importante, se suele tratar desde una perspectiva acrítica”. En relación con el bitcoin, en sus años de vida se le ha asociado tanto a iniciativas de desarrollo como a actividades especulativas e incluso criminales, debido a la posibilidad de operar sin desvelar la identidad propia.
De este modo, en un informe sobre bitcoin para el Instituto de Investigación de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD), Scott sugiere que las monedas alternativas presentan un potencial importante, pero que el impacto social de la tecnología no es ajeno al enfoque o aplicación que se le quiera dar.
La propuesta de las monedas sociales
Las monedas sociales son una forma de moneda alternativa que se vehicula más allá de la tecnología que utilizan. Se definen, según Miguel Yasukuki Hirota, referente en este ámbito, como “un medio de intercambio con fines sociales”.
Creadas por asociaciones, empresas o instituciones públicas, sus propósitos pueden ser muy diversos, como pudo verse durante la IV Conferencia Internacional sobre Monedas Sociales y Complementarias del pasado mayo en Barcelona, cuyo consistorio está planteándose la creación de una moneda social propia.
En nuestro país, ya operan otras iniciativas como Ossetana, moneda social de San Juan de Aznalfarache (Sevilla) pensada para utilizarse en esta localidad, “dinamizar el comercio local y proteger económicamente a las familias del pueblo”. Para incentivar su uso, el ayuntamiento paga determinadas ayudas sociales en ossetanas.
Por su parte, en Portugal, la moneda social Lixo se obtiene como recompensa al reciclar residuos en la localidad de Campolide. También puede utilizarse en los comercios del municipio, promoviendo la gestión sostenible de residuos y la economía local.
Entretanto, en una ciudad de tamaño medio como la británica Bristol (400.000 habitantes) utilizan de forma creciente su Bristol Pound. Con las “libras de Bristol” se puede pagar de forma física y online a pequeños comercios adheridos. A través de ello, sus promotores se proponen, entre otros, “evitar que el dinero termine en paraísos fiscales”.
Otros agentes, como el AMPA del Colegio Luis Cernuda de Madrid, planean crear monedas para un aspecto concreto. Beatriz Olite, miembro del AMPA, espera que la moneda Mola pueda utilizarse en otoño como medio de intercambio del compost que generan las familias y productos de una huerta ecológica de Madrid que recibe el abono para sus cultivos. También prevé que puedan añadirse a la iniciativa comercios del barrio.
Las monedas sociales están en auge en todo el mundo, con países como Alemania donde ya hay más de 60 en circulación, pero no son una idea nueva.
Uno de los casos de más trayectoria es el de la moneda Wir (nosotros), creada en los años 30 en el Tirol austríaco. Nació como una iniciativa de respuesta a los efectos de la Gran Depresión y, tras obtener efectos beneficiosos en la economía local, dio lugar a una cooperativa de crédito en Suiza y a una red de más de 72.000 pequeñas empresas que trabajan con ella.
La mayor parte de monedas sociales son complementarias de las monedas de curso habitual, como el euro o el dólar. Pero buscan, centrándose en una comunidad o fines concretos, que el dinero permanezca vinculado a la economía real y no se convierta en medio para la especulación.
En algunos casos, incluso toman medidas para desincentivar la acumulación monetaria, a través de la estrategia conocida como oxidación. La Chiemgauer, moneda utilizada en el sur de Baviera, tiene una oxidación anual del 2%, es decir, pierde este valor si no se utiliza en ese periodo.
La experiencia de Triodos Bank con la moneda United Economy
Como entidad innovadora en el uso del dinero con impacto social, Triodos Bank puso en marcha en 2015 la iniciativa LEAF Lab. Un laboratorio de innovación formado por la sucursal holandesa del banco, su división de Banca Privada, la gestora de fondos de inversión sostenibles del Grupo Triodos y la Fundación Triodos de los Países Bajos.
Objetivo: investigar junto a otros agentes nuevas formas de usar el dinero. En colaboración con la Universidad de Ámsterdam, uno de los focos del proyecto es el de las monedas sociales.
Hasta el momento, se ha puesto en práctica mediante una experiencia con la moneda United Economy.
Esta es iniciativa de una red de empresas sostenibles holandesa, entre cuyos miembros se realizan pagos y se otorgan créditos sin intereses. La sucursal de Triodos Bank en los Países Bajos no ha creado la moneda, pero es miembro de esta red con valores compartidos.
El banco obtuvo sus primeros Uniteds solicitando a un cliente de crédito y miembro de United Economy que abonase sus intereses en esta moneda. Posteriomente, la ha puesto en circulación mediante pago a proveedores.
“El componente de circularidad de las monedas complementarias marca la diferencia con monedas como el euro, donde solo el 5% del dinero circula en la economía real”, destaca Josée van der Wijngaart, impulsora de
la iniciativa en Triodos Bank.
“Puntos de educación” o “puntos de CO2”
Que el dinero se convierta en una solución a los retos sociales y ambientales más urgentes es la preocupación de Dirk Helbing. Este profesor de Ciencias Sociales Computacionales en el Instituto Federal de Tecnología de Zurich, propone utilizar la tecnología para que el dinero recoja la multiplicidad de impactos sociales que tiene el consumo y fomente comportamientos más responsables.
Helbing fue contactado por Triodos Bank dentro de la iniciativa LEAF Lab. Para el académico, el “monocultivo monetario” actual, en el que la compensación económica por el consumo se vincula a una sola moneda, lleva a una simplificación perjudicial de la economía y la sociedad.
Ante ello, propone que, además de utilizar euros o dólares, las personas también pudiesen contar con elementos como “puntos de educación” o “puntos de CO2” para realizar transacciones. En este sentido, piensa que la tecnología podría hacer posible que un sistema de este tipo fuese viable y administrado por la comunidad, para evitar una concentración y potencial abuso en el uso de los datos.
Por su lado, Triodos Bank, al tiempo que participa en estas reflexiones y experiencias de presente y futuro, continúa ofreciendo una opción sencilla a las empresas y los particulares para que el dinero que utilizan en el día a día financie bienestar para toda la sociedad.
Imagen superior: Bristol Pound
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