Hablamos con Claudia Reig, directora de “En la brecha”, un espacio en la web de RTVE con testimonios tan cotidianos como chocantes de mujeres en el trabajo.

Claudia Reig expone situaciones chocantes, pero que no dejan de ser hechos del día a día. La directora de En la brecha, trabajo audiovisual para RTVE de la productora valenciana Barret, que trabaja con Triodos Bank, muestra la agenda diaria de mujeres que no lo tienen fácil. Son una mecánica de automoción, una estibadora, la máxima responsable de una firma de juegos deportivos electrónicos, una chef, una profesional del Sonido y DJ, una cirujana y una entrenadora de fútbol. Hablamos con Reig sobre qué nos enseña esta iniciativa por la igualdad real.

Bajo epígrafes tan vigentes como son micromachismos, salario, liderazgo, barreras, acoso, maternidad y referentes, En la brecha acoge testimonios de muchas más mujeres que las siete protagonistas. Porque todas aquellas que lo deseen pueden compartir todavía en la web interactiva de RTVE Lab sus propias experiencias. A ellas, en el Día Internacional de la Mujer, sumamos la visión personal y profesional de la propia directora de la iniciativa.

¿Cómo surgió el proyecto En la brecha y tu vinculación con él?

Barret Films lleva 10 años realizando documentales de temática social y, en este caso, después de acabar un trabajo sobre el accidente del metro de Valencia, nos acercamos al puerto de la ciudad. Estaban en pleno conflicto de la estiba y queríamos conocer su situación.

Fue hace justo un año, coincidió con el 8 de marzo y en el puerto de España donde trabajan más mujeres, unas 300 de 1.200 empleados. Allí fuimos testigo de cómo, en paralelo a la organización de las protestas, las trabajadoras empezaban a compartir sus experiencias en el puerto, donde están presentes desde hace no más de 20 años. Vimos cómo evocaban todo lo que ya han avanzado y lo que les queda por delante. Porque tienen las mismas condiciones, pero no siempre están bien vistas.

Claudia Reig
La realizadora Claudia Reig.

Así conocimos a Natalia, una de las protagonistas de En la brecha. Esta estibadora ha decidido dedicarse a la trinca de contenedores, que es una de las tareas que se suelen considerar más masculinas en el puerto. Ha sido pionera en España en esto y hay que tener en cuenta que, en Francia, por ejemplo, aún no hay ninguna mujer que lo haga. Decidió hacer la formación en un entorno en el que unos trabajadores la apoyaban y otros hacían incluso apuestas sobre si lo iba a conseguir o no.

A raíz de esto, pensamos en un proyecto más amplio, sobre la desigualdad de las mujeres en el trabajo, en concreto en trabajos masculinizados.

Después, investigamos otros perfiles interesantes y, al ver la realidad, nos dimos cuenta de que era importante hablar de la desigualdad en el trabajo en general, no solo en trabajos masculinizados.

Vemos en vuestro proyecto el testimonio de una docente universitaria -en un sector a priori no masculinizado- que explica que no quisieron contratarla para clases de Secundaria porque iba a tener en frente un grupo conflictivo, dándole a entender que necesitaban a alguien más duro, como un hombre.

¿Imaginas una sociedad en la que lo masculino y lo femenino dejen de estar siempre asociados a ideas uniformes como fuerte y débil o insensible y sensible?

Sí, de igual manera que la lucha de la mujer está adquiriendo mucha presencia en los medios de comunicación, en la calle y también en los lugares de decisión y hemos llegado a un momento en el que las mujeres hemos dicho basta, denunciando que no hay una igualdad real como parecía y se ha dicho durante años.

Es verdad que se habla de nuevas masculinidades o de otras masculinidades. Se está diluyendo el concepto de lo que supone formar parte de un género o de otro. Igual que si hablamos de las identidades trans y queer.

Empieza a haber un mundo un poco más abierto a percibir las cosas de otra manera o a ponerlas en cuestión. Y creo que se puede llegar a concretar ese mundo, pero queda mucho camino por andar. Empezando por conseguir primero la igualdad real de la mujer, que creo que es una de las luchas más antiguas que existen.

Sobre la lucha por la igualdad, en particular contra la brecha salarial de género, se ha planteado la igualación de los permisos de maternidad y paternidad como una posible solución. Para que todas las personasseamos realmente iguales a los ojos de las empresas. ¿Cuál es tu opinión?

Primero creo que se tiene que concienciar a toda la sociedad. Y, a partir de ahí, claro que es necesario legislar para conseguir la igualdad real, creo que se tienen que hacer acciones positivas en ese sentido, que favorezcan la inserción de la mujer en el trabajo, su entrada en puestos de más responsabilidad… igual que el tema del permiso de paternidad y maternidad.

Aspectos que a poco a poco se están materializando, pero creo que esto es un proceso. No pienso que vaya a solucionarse porque mañana se ponga una ley en práctica. Sería un paso, pero todo tiene que ver con la aceptación de la sociedad.

Hay una parte de En la brecha relacionada con referentes. En este ámbito, no dejamos de darnos cuenta de la falta de conocimiento que existe: pocas personas saben, por ejemplo en un sector generalmente tan masculinizado como la Informática, que la precursora de la programación fue una mujer: la británica Ada Lovelace.

¿Qué importancia das a las referentes?

Como persona joven, con solo 27 años, a mí este proyecto también me sirvió como proceso de concienciación en cuanto a igualdad de género.

Yo no había tenido mujeres como referente. En unas jornadas recientes escuché que, según un estudio, entre los referentes más recordados en el campo científico y en el campo artístico solo aparece una mujer en cada uno. Te las puedes imaginar: Marie Curie y Frida Kahlo. Por lo visto nadie es capaz de acordarse de ninguna mujer más en campos tan amplios.

Por eso En la brecha intenta motivar también a ese nivel: crear referentes y poner en comunicación a las mujeres. A nivel de trabajo, yo no había tenido referentes mujeres, pero las mujeres que he conocido para esta iniciativa sí son ya para mí nuevos referentes. Conocer su trabajo y estar cerca de ellas me sirve para mi carrera y para sentirme más fuerte y no tan sola.

Por tanto, ¿vuestro trabajo no es solo de concienciación social, sino también de apoyo mutuo entre mujeres?

Claro, por eso invitamos a todas las mujeres a participar, grabando su propio vídeo con su experiencia o viendo las de las demás mujeres.

Así podemos ver que a todas nos ha pasado. Como ha ocurrido, en el tema del acoso sexual, con el movimiento #MeToo en Estados Unidos. En Valencia, por ejemplo, aún estamos muy verdes y sigue siendo un tema tabú, del que no se habla tanto y sigue sin ocurrir que una mujer hable, haya un efecto contagio y las demás se sumen, como en América.

Creo que es importante, por un lado, que las mujeres no se sientan solas, sino apoyadas. Y que no sientan que es culpa suya, porque es una de las primeras emociones al sufrir un episodio de acoso sexual. Luego toca que toda la sociedad también cambie su actitud.

Un aspecto paralelo del que también hoy se habla más es el uso del lenguaje en relación al género. Como profesional del audiovisual, trabajas de forma cotidiana con el lenguaje. ¿Qué importancia le das como herramienta para generar o visibilizar la igualdad?

El lenguaje es relevante en la faceta de la visibilidad, de forzar un poco los mecanismos, de la reivindicación. También, al final, cada cuál tiene que utilizar aquello con lo que se sienta cómodo. En mi caso, no suelo emplear mucho este recurso, pero en mi entorno sí que mis compañeros y compañeras utilizan el femenino plural.

Me he dado cuenta de que ya no me extraño tanto como antes al oírlo. Poco a poco, puede ejercer una función de normalización y, que tanto si se usan unas formas como otras, según lo que cada cual quiera expresar, esto no cause sorpresa.

En realidad, el lenguaje define muchas cosas, ideas y tiene muchas connotaciones que transmites sin darte cuenta, que están implícitas. Porque vivimos en una sociedad machista y, en mayor o menor medida, todos los somos. Puedes ser feminista y machista a la vez: yo soy feminista porque quiero la igualdad, pero considero que hay muchas actitudes que tengo que son machistas, porque me han educado de esa manera y es algo que tienes que ir revisando.

En la brecha expone las experiencias de muchas mujeres respecto al machismo. ¿Querrías compartir una que hayas vivido tú misma?

Yo he tenido la suerte de trabajar, en mi productora, con gente muy abierta pero, incluso así, creo que han tenido actitudes machistas conmigo. Quizás más cuando empecé a dirigir documentales, pero me sigue pasando. Planteo una idea, la gente no la respalda de primeras, me voy enfadando porque no me escuchan y lo que acaba pasando es que te digan: no te escuchamos porque te pones muy agresiva o emocional. En cambio, si un hombre dice lo mismo o repite mi idea todo el mundo empieza a verlo como algo posible.

Es algo que me pasa a diario, dentro de mi productora. Pero, si salimos a una reunión, si no me presentan como la directora del proyecto, me ha pasado que incluso ni me hayan saludado, como si fuese una acompañante, no alguien que va a tener responsabilidad. En las entrevistas que me han hecho estas semanas, hay mucha gente que también tiene un tono muy condescendiente, del estilo, eres muy niña, te queda mucho por aprender. Y no te digo que no, pero no hace falta que me trates así, desde una posición de superioridad. Quizá si fuese un hombre no ocurriría lo mismo.

¿Cómo está funcionando En la brecha? ¿Qué expectativas de cambio tienes con esta iniciativa?

Ha coincidido con otros proyectos en la misma línea. Pero ha tenido impacto y la gente, cuando lo ve, nos dice que le ha gustado mucho, además de que ha conseguido la atención de muchos medios de comunicación.

Es un proyecto que no se va a acabar con el 8 de marzo. Queremos ir también por pueblos para hacer una gira con gente que no utilice tanto Internet, intentando superar la brecha digital o la generacional, que también existen. Además de esto y del documental que haremos con el material para junio, ojalá que la web se convierta en un portal de apoyo mutuo y un punto de encuentro, de sororidad entre nosotras y también de concienciación para mujeres y hombres.

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Texto: Xavier Hervás Vigueras