Corremos el riesgo de “delegar la responsabilidad de lo que nuestro dinero genera en manos de otros, una responsabilidad que por suerte hoy en día cada vez más personas quieren tomar por sí mismas”, expone el exdirector general de Triodos Bank en los Países Bajos en esta reflexión.

En realidad, el dinero es algo maravilloso porque es el resultado de aplicar las capacidades humanas. El logro de estas capacidades puede conseguirse también a través de préstamos, lo cual, además, crea bienestar. Sin embargo, durante los últimos años el dinero ha caído en descrédito.

Esto tiene que ver con el hecho de que sabemos que el dinero cambia nuestra percepción del mundo y no solo si nos hacemos ricos de repente. Siempre que tenemos dinero en las manos surge el peligro de ver el mundo solo a través de un prisma de cifras. Así es como también cambia la forma en que pensamos acerca de la sociedad y de las relaciones humanas, pues a menudo equiparamos el valor de las acciones con su valor social, sin darnos realmente cuenta de ello.

Siempre que tenemos dinero en las manos surge el peligro de ver el mundo solo a través de un prisma de cifras

Si así lo hacemos, estamos delegando la responsabilidad de lo que nuestro dinero genera en manos de otros; una responsabilidad que por suerte hoy en día cada vez más personas quieren tomar por sí mismas.

Lo que importa es lo que hay detrás del dinero, ya que siempre representa valores que no pueden expresarse monetariamente en equivalencia directa, al tratarse de personas.

La forma de relacionarnos, de tener en cuenta a estas personas, es algo que podemos mejorar objetivamente en cualquier sitio en el cual invirtamos dinero. Lo podemos aplicar, por ejemplo, asumiendo la responsabilidad del desarrollo que ponemos en marcha con el dinero, tanto de forma individual como colectiva.

Cuando se trata de los alimentos que producimos o comemos, la energía que consumimos o la manera en que trabajamos juntos, no debemos poner solo nuestro dinero en manos de personas en las que confiemos para obtener rentabilidad, sino también participar personalmente en cooperativas, tomar decisiones en la comunidad o ser ciudadanos comprometidos con la sociedad, cuidando que nuestro dinero no vaya por libre sino que esté al servicio de la gente.

Esto no se consigue automáticamente, se requiere mucha empatía para poder entender y mejorar las necesidades y potenciales propios y ajenos. Solo se logrará si nos comprendemos mejor, participamos juntos en el desarrollo de la sociedad y empezamos a confiar en nuestra propia capacidad. Para empezar, debemos establecer instituciones adecuadas para poder responsabilizarnos los unos de los otros, entre ellas escuelas y universidades, granjas y también bancos.

PAUL MACKAY

Mackay ha sido director general de Triodos Bank en los Países Bajos y presidente del GLS Bank (Alemania), entidad miembro de la Alianza Global para una Banca con Valores. Actualmente, preside el consejo de administración de Weleda, firma de cosmética natural y ecológica.

Imágenes izquierda y derecha de la composición fotográfica, © Charlotte Fischer.

Texto publicado originalmente en Die Farbe des Geldes (Triodos Bank Alemania).