¿Y si nos preguntáramos qué hay detrás de cada camisa o pantalón que adquirimos? La moda sostenible quiere llamar la atención sobre este interrogante y crear conciencia. Es una tendencia que no quiere pasar de moda.

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Vestimos historias

Nuestra ropa lleva impresas las historias de las personas que han participado en su elaboración. Desde la materia prima hasta la tienda final, el sector textil comprende una larga cadena de suministro en la que intervienen numerosos agentes y de la que, a menudo, conocemos poco.

Si el consumidor supiese lo que hay detrás de algunas prendas, no las compraría
Miguel Grandjean, promotor de la alternativa de moda responsable Mandacarú

Quizás porque, como consumidores, a la hora de comprar una prenda solo miremos su utilidad, si el estilo o la marca nos convencen y, sobre todo, cuál es su precio. “Si la ropa llevase una etiqueta como los alimentos que dijese ‘este producto contiene X pesticidas, el color se ha conseguido a partir de tales productos que pueden ser dañinos para su salud, y ha sido producido por una persona que no cobra el salario mínimo ni tiene derecho a la huelga…’. Si el consumidor supiese lo que hay detrás de algunas prendas, no las compraría”, afirma Miguel Grandjean, promotor de Mandacarú.

Esta empresa de moda gallega, que ha contado con financiación de Triodos Bank, utiliza materiales ecológicos y reciclados para la elaboración de sus prendas, producidas bajo los criterios del comercio justo. Un oasis en el desierto de la industria textil, caracterizada por la frenética producción y venta de ropa, las pésimas condiciones laborales de sus fábricas en países en desarrollo y el uso de materiales y procesos contaminantes o dañinos para la salud.

Generar conciencia y conocimiento sobre la trazabilidad de toda la cadena para hacerla más sostenible, teniendo en cuenta el impacto en el medio ambiente y las condiciones de vida de los trabajadores, es el objetivo de la llamada moda sostenible. Un sector en auge que ha venido para quedarse.

¿Moda sostenible?

Pero, ¿qué es la moda sostenible? “Como en cualquier otro sector, la sostenibilidad en moda busca encontrar un equilibrio entre lo que producimos, lo que consumimos y la naturaleza. Es decir, no usar más recursos de los que disponemos, no contaminar con tóxicos el agua, la tierra y el aire, etc., teniendo en cuenta los recursos disponibles hoy y las necesidades de las generaciones futuras”, explica Gema Gómez, experta en moda y fundadora de Slow Fashion Spain. Esta organización nació con el objetivo de crear una alternativa a la industria de la moda convencional desde la formación, la consultoría y las actividades de información al consumidor.

Como en cualquier otro sector, la sostenibilidad en moda busca encontrar un equilibrio entre lo que producimos, lo que consumimos y la naturaleza
Géma Gómez, fundadora de Slow Fashion Spain

Bajo el concepto de moda sostenible encajan otros más concretos como moda ecológica, ropa ética o de comercio justo e, incluso, recuperación y reciclaje de textil.

Un último ámbito en el que destaca, por ejemplo, el trabajo de Hilaturas Ferre. Esta empresa familiar alicantina, finalista en el 3er Premio Triodos Empresas, se dedica a la fabricación de hilos de algodón reciclado:

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En definitiva, propuestas que van más allá de la búsqueda del beneficio económico, la producción masiva y el consumismo creciente, que tienen en cuenta el impacto social y ambiental de la producción y venta de ropa. Algunas grandes firmas se han apuntado a esta moda, ofreciendo líneas de ropa ecológica o firmando acuerdos para respetar unas mínimas condiciones de cara a los empleados, en su mayoría en países en desarrollo.

Esto ha sido posible gracias a la presión de grandes campañas internacionales como Ropa Limpia, orientada a promover los derechos de los trabajadores del sector, principalmente mujeres, o Detox, la campaña de Greenpeace para lograr una industria textil libre de tóxicos.

Condiciones laborales dignas

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Protesta en Bangladesh · Imagen de la campaña Ropa Limpia

Todavía recientes en nuestra retina, las imágenes del derrumbe del edificio Rana Plaza de Bangladesh, donde murieron sepultadas 1.132 personas, mostraron al mundo la cara menos amable y glamurosa del mundo de la moda.

“Este desastre nos acercó a la situación de las trabajadoras en el sector textil al mostrar que, tras la ropa que compramos en grandes cadenas comerciales, existen historias aterradoras como las que veíamos aquellos días”, indica Eva Kreisler, coordinadora de la campaña Ropa Limpia, cuya representante en España es la organización SETEM.

La desgracia del Rana Plaza despertó una gran movilización por parte de organizaciones sociales, empresas, gobiernos y organismos internacionales. “La indignación social, amplificada por la extensa cobertura de los medios de comunicación, provocó que en cuestión de dos semanas 31 empresas internacionales firmaran el acuerdo para la seguridad en las fábricas y contra los incendios en Bangladesh”, explica Kreisler. Desde entonces, múltiples empresas internacionales han firmado este compromiso, que incluye inspecciones de seguridad independientes con informes públicos, creación de comités de seguridad y salud, obligatoriedad para las marcas de contribuir a costear las mejoras necesarias en las fábricas peligrosas y afrontar adecuadamente la seguridad contra incendios y los problemas estructurales.

Un logro importante pero insuficiente, según Eva Kreisler, que apunta a los salarios ínfimos que se pagan en el país asiático por jornadas abusivas.

Oxfam ha creado la línea de comercio justo Veraluna, con el apoyo de Hoss Intropia
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Veraluna, marca de comercio justo de Oxfam Intermón

Precisamente con el objetivo de garantizar unas buenas condiciones laborales para los trabajadores textiles en países en desarrollo, así como promover una mayor conciencia entre los consumidores del Norte, Oxfam Intermón (OI) inició la aventura de Veraluna.

“En nuestras tiendas siempre hemos vendido ropa de comercio justo, pero la comprábamos tal cual a productores de países del Sur. Así que empezamos a desarrollar nuestra propia línea de moda, Veraluna, con el apoyo de Hoss Intropia. Nos ayudaron a adaptar los diseños a la demanda de aquí para que se pudiera vender”, explica Juanjo Martínez, responsable de Comercio Justo en OI. La iniciativa ha sido un éxito.

Fast fashion

La producción de ropa a gran escala es una de las industrias menos sostenibles que existen, tanto por el empleo de materiales contaminantes y procesos dañinos en la fabricación de las prendas, como por el uso desorbitado de recursos naturales para atender un alto ritmo de producción, que a su vez genera numerosos desechos textiles de difícil recuperación. A ello hay que unir la huella de carbono por el transporte de mercancías, fabricadas a menudo en países del Sur para los escaparates del Norte.

Reconocidas marcas de moda han incorporado criterios sostenibles y se han comprometido a eliminar, de forma progresiva, las sustancias químicas peligrosas en sus procesos de producción, evitando así consecuencias perjudiciales para nuestra salud o la de nuestros ríos.

Al mismo tiempo, surgen emprendedores y compañías de menor tamaño que buscan crear y fabricar ropa de otra manera.

“Hay otra forma de hacer las cosas y nosotros apostamos por ello”, sostienen Elixabete Idoiaga y Guillermo Basterra, fundadores de Kameleonik. Esta empresa de Bilbao, que ha contado con financiación de Triodos Bank, vende en todo el mundo sus alpargatas hechas a mano de forma local y con materiales sostenibles. “Trabajamos por una moda con valores”, apuntan.

Slowers es una marca y también un estilo de vida, el de aquellos que caminamos a otro ritmo
María Ripollés, promotora de calzado sostenible

Otra empresa productora de alpargatas ecológicas que ha contado con financiación del banco es Slowers. “Una marca y también un estilo de vida, el de aquellos que caminamos a otro ritmo”, define su promotora, María Ripollés. Ella ha sabido conjugar la tradición de las alpargatas de esparto artesanales con ecología, sostenibilidad y unos originales diseños que hacen única cada pieza.

Las iniciativas de moda sostenible, que combinan valor estético y conciencia social y ambiental, son alternativas frente a la fast fashion que impera hoy día: compra masiva a bajos precios, tendencias cambiantes, producción imparable… Una bomba de relojería para el medio ambiente.

Solo para fabricar una camisa de algodón, hacen falta 200 litros de agua, indican desde Slow Fashion Spain. El algodón, además de ser el tejido más utilizado, también es el cultivo que más contamina: absorbe casi un 25 % de los insecticidas y herbicidas en todo el mundo. A ello se unen los residuos generados por la industria textil, un 4 % del total de los residuos urbanos generados en España según la Asociación Española de Recuperadores de la Economía Social y Solidaria (Aeress). Toneladas de ropa acaban en la basura cada año, en una sociedad motivada por la cultura del usar y tirar.

En Kameleonik, trabajamos por una moda con valores

Frente a ello, la receta de la moda sostenible consiste en primar la calidad sobre la cantidad y ejercer un consumo responsable. Su ingrediente estrella: informar y concienciar a fuego lento al consumidor final.

Kameleonik
Calzado de Kameleonik

Consumo responsable

Las condiciones del Sur dependen de la conciencia del Norte. Los bajos precios a la hora de comprar una prenda o el elevado nivel de consumo están directamente relacionados con las condiciones de los trabajadores del sector textil en países en desarrollo o la explotación de los recursos naturales.

“Nuestra forma de comprar determina el modo de producir, y la suma de ambos es claramente insostenible, social y medioambientalmente. En los países ricos, cada vez se compra más cantidad de ropa y a menudo nuestras compras no responden a una necesidad real sino postiza, que hemos incorporado incluso al ocio”, señala Eva Kreisler desde SETEM. “La educación es fundamental para concienciar al consumidor de la importancia de sus actitudes y comportamientos. El consumidor debe conocer la procedencia de los productos que compra, cómo se han producido, quién los ha elaborado, en qué condiciones y con qué materiales”, apuntan los promotores de Kameleonik.

Si se explica bien, el precio no es un problema
Juanjo Martínez, de Oxfam, sostiene que la ropa de Veraluna está a precios de mercado

El precio se presenta como la principal barrera de entrada para las empresas de ropa ecológica y ética, que no pueden competir con las grandes firmas. “En España aún queda mucho por hacer. La gente se ha acostumbrado a un consumo excesivo y barato, un usar y tirar”, señala la promotora de Slowers.

“Si se explica bien, el precio no es un problema, señala Juanjo Martínez, quien sostiene que la ropa de Veraluna está a precios de mercado, teniendo en cuenta que se trata de ropa de calidad. Por su parte, la fundadora de Slow Fashion Spain se muestra contraria al tópico de que la ropa sostenible es más cara: “Lo que es barato es explotar personas y recursos”, apunta. “Las grandes marcas no pagan los costes externalizados de la producción. Estos recaen sobre la sociedad y el medio ambiente, y no en precio del producto”, añade.

La moda sostenible nos demuestra que es posible hacer un consumo responsable de ropa sin renunciar a vestir bien. Para ello, es importante informarse de qué comprar y dónde, optando por prendas básicas fabricadas con materiales sostenibles y de calidad, de producción local o comercio justo; reducir las compras y alargar la vida útil de la ropa, reparando y cuidando nuestro fondo de armario en lugar de sustituirlo en cada temporada; y donar o reciclar la ropa que ya no utilizamos para que otros puedan usarlas o evitar que se conviertan en residuos. ¿Se apunta a la moda?

VAQUEROS QUE MATAN
La Campaña Ropa Limpia inició en otoño de 2010 la campaña internacional “Killer jeans” (vaqueros asesinos) para forzar a las marcas de moda a erradicar el sandblasting, una técnica para simular el envejecimiento de la ropa vaquera, que causa silicosis entre los trabajadores. Marcas líderes se han comprometido públicamente a prohibir esta técnica en su cadena de suministro.

ROPA ÉTICA
Triodos Bank financia empresas y organizaciones que producen, distribuyen o comercializan ropa, calzado y complementos producidos con materiales ecológicos y reciclados, de producción local o bajo los criterios del comercio justo.

Foto superior: calzado de SLOWERS