¿Ha oído hablar del Phone Stack? Es un juego surgido en California que consiste en colocar los teléfonos en medio de la mesa una vez que todos los comensales han pedido la comida en un restaurante. El primero que lo coja tendrá que pagar la cuenta de todo el grupo. Si nadie lo hace, se paga entre todos. Así, se busca volver a “civilizar las comidas fuera con amigos”, tantas veces interrumpidas por la atención al móvil.

Su uso intensivo ha modificado nuestra forma de vivir. Con ventajas, como el acceso inmediato a la información, pero también con excesos, como la dependencia extrema de los dispositivos… llegándose a acuñar nuevos términos como el de nomofobia, o “miedo a estar incomunicado sin móvil”. Así, surgen más respuestas al fenómeno, como el llamado turismo “detox”: hoteles que “requisan” los dispositivos electrónicos de sus clientes a la entrada para convertir su estancia en una especie de “desintoxicación tecnológica”.

Destacamos diversas iniciativas de turismo rural con financiación de Triodos Bank que, sin llegar a este extremo, nos animan a olvidarnos de la batería del móvil por unos días. Y a centrarnos en cargar nuestras propias pilas.

¿Se acuerda de cómo sonaba el silencio?

Volver a conectar con la naturaleza

Según el Observatorio de Turismo Rural, el 77,3 % de los usuarios de este tipo de turismo buscan relax. “Conjugamos naturaleza, descanso, comida equilibrada y terapias relajantes”, explican por ejemplo desde el Centro Rural Los Castaños, en plena Sierra de Guadarrama, en Madrid.

Tras “la búsqueda de relax” y la voluntad de “estar con la familia y amigos”, “estar en contacto con la naturaleza” es la tercera razón principal para elegir alojamientos rurales, según el observatorio del sector.

Uno de esos paraísos escondidos en el corazón del pirineo aragonés, a las puertas del Parque Nacional de Ordesa, es Casa Cuadrau, que “ofrece la oportunidad de sintonizar con la naturaleza salvaje, de experimentar un estilo de vida saludable y de conocer y convivir con personas de diferentes culturas y nacionalidades”, tal y como explican Daniel Benito y Katya Ríos, sus promotores. Ambos reconstruyeron esta casa rural con sus propias manos, y con ayuda de trabajadores y voluntarios de todo el mundo, siguiendo además criterios de bioconstrucción.

Reservas de silencio

De pueblo semiabandonado
De pueblo semiabandonado, a refugio de calma rural | Espinoso de Compludo, en León

“En Sanabria todavía es posible sentir el pálpito del misterio, que parece que se hubiera replegado ante el acoso de la técnica moderna”. Son las palabras del historiador Ramón Grande del Brío, recogidas en la web de Casa Rural La Era, una iniciativa de turismo rural muy cerca del lago de Sanabria, en Zamora.

Algo más al norte, en Espinoso de Compludo, perteneciente a la comarca leonesa de El Bierzo, encontramos otro refugio de calma y paz que gana la batalla al estrés tecnológico. Este pequeño pueblo se quedó casi abandonado debido a la migración hacia la ciudad, y Ana Baz decidió rehabilitar varias casas para convertirlo en un lugar idóneo para el descanso. “Aquí uno se siente diferente y puede reencontrarse con lo que tiene y con lo que es”, explica Baz.

Otro de estos lugares que inspiran tranquilidad es Casa Massa. “Si quieres desconectar de la rutina, en Estac se escucha el silencio”, dice Nuria Ferrando. En este municipio del pirineo de Lleida se encuentra su propuesta, que busca “respetar el entorno y fomentar un ritmo de vida natural y tranquilo”. En definitiva y, por suerte, aún quedan reservas de calma cerca de nosotros.

Puede ver más opciones de desconexión rural que ha contado con financiación de Triodos Bank en nuestra web.

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