El sector cultural es un motor de desarrollo e innovación en el ámbito económico a través de actividades como la educación, el arte, el desarrollo personal, la ciencia, el turismo o el ocio, entre otras. Este texto se centra en el aporte económico de la llamada industria cultural, que engloba a aquellas empresas y artistas que crean, producen, distribuyen o comercializan contenidos culturales.

En Europa la industria cultural generó en torno a 560.000 millones de euros y representó unos 8,5 millones de empleos en 2008, correspondientes al 4,5 % del PIB europeo, según el estudio La dimensión emprendedora de las industrias culturales y creativas, realizado por TERA Consultants en 2010.

En España, se calcula que el sector cultural representa el 4 % del PIB agregado. “Se mueven muchos puestos de trabajo y mucho dinero en torno a la cultura. Es un escaparate inmejorable y un valor a exportar. Además, un pueblo culto es un pueblo más motivado y creativo y si queremos salir de esta crisis, son dos ingredientes que no debemos despreciar”, sostiene Mercedes Asenjo, actriz y socia de la compañía de teatro vallisoletana Azar Teatro.

En Europa la industria cultural generó en torno a 560.000 millones de euros y representó unos 8,5 millones de empleos en 2008, correspondientes al 4,5 % del PIB europeo

El volumen de actividad del sector en España superó en 2009 los 41.000 millones de euros, lo que contribuyó a generar un volumen de empleo directo superior a los 625.000 trabajadores. “Todavía hay mucha gente que cree que el sector de la cultura son ‘artistas’ que se pasan el día en el bar… pero hay que explicar que este sector contrata y cubre la seguridad social a todos sus trabajadores, paga impuestos y da trabajo a muchas personas”, indica Florenci Mas, promotor de Ptwmusic, agencia discográfica especializada en jazz y músicas del mundo.

Diversidad cultural

David Matamoros, productor de Zentropa International Spain, la productora del cineasta danés Lars Von Trier, se lamenta de que entre bambalinas pasen muchas cosas que no se ven. “Las industrias culturales son como un circo de tres pistas, donde solo una está iluminada: la del contenido.

“Todavía hay mucha gente que cree que el sector de la cultura son ‘artistas’ que se pasan el día en el bar…”

Pero no vemos qué ocurre en las otras dos, que son igualmente apasionantes: la creación de riqueza y la proyección internacional. La dicotomía industria-cultura se lleva muy mal aquí, como un traje que nos viene grande. Es como si en la industria automovilística solo nos fijáramos en los diseñadores y los colores de los modelos, sin ver las cadenas de producción que hay detrás. En una película como ‘Menú Degustación’, hemos tenido a más de 200 personas trabajando y una repercusión de unos dos millones de euros en la Costa Brava, donde hemos rodado”.

La oferta de arte y cultura supone una ventaja económica para muchas ciudades y pueblos en España. “Un país donde el turismo representa una gran parte de la riqueza y está cada vez más ligado a la oferta cultural”, sostiene José Mª Sánchez-Robles, promotor de la editorial Edinexus Multimedia. Además, en el sector cultural intervienen otros valores como la diversidad cultural, la innovación o la cohesión social.“La cultura enriquece la mente, provoca sentimientos colectivos que fortalecen las sociedades, vertebra el tejido social y, sobre todo, genera y cataliza emociones, hace trascender al ser humano por encima de la realidad”, expresa Florenci Mas.

La UNESCO cifra en un 3,4 % la contribución económica de las industrias culturales al PIB mundial. Pero también observa el papel fundamental de la cultura para alcanzar los objetivos de desarrollo del milenio, idea con la que coincide Matamoros: “Un país que no crece en valores y en cultura es un país destinado al fracaso como sociedad”.

Consumo cultural

Pero no hay cultura sin público dispuesto a pagar por el producto cultural. La media de consumo cultural en España está todavía lejos de la de otros países europeos. ¿Se considera hoy día un lujo? “Yo creo que la cultura nunca ha estado tan al alcance de cualquiera, en cuanto al coste y la disponibilidad de medios”, indica el director de Edinexus Multimedia.

El papel de la educación en el consumo y la producción cultural, según los entrevistados, es clave. “Una buena educación de los ciudadanos hace que estos tengan criterios y que necesiten y demanden productos culturales de calidad, y estos a su vez inciden en la educación y la formación cultural de los ciudadanos”, sostiene Asenjo. “Si consideramos que es bueno que la mayor parte de la población se interese por la ‘alta cultura’, habrá que educar con esa orientación. No sé si en los colegios se enseña a los niños a disfrutar de la literatura, la música, el teatro…”, añade Sánchez-Robles.

 

Se hace necesario buscar nuevos modelos de negocio que encuentren en internet un aliado, no un enemigo

Las nuevas tecnologías están cambiando los hábitos de consumo cultural, especialmente en el cine y la música.Florenci Mas defiende el papel de internet como medio de difusión, pero sin poner en riesgo a la industria:“Siempre habrá creadores, y también gente que quiera escuchar sus obras. Sería una lástima que los buenos artistas tuviesen que dejar de ser profesionales y crear solo en sus ratos libres. Eso empobrecería mucho a nuestra sociedad”

Se hace necesario, por tanto, buscar nuevos modelos de negocio que encuentren en internet un aliado, no un enemigo. El reencuentro con el espectador y la rentabilización de los productos culturales parece ser fundamental, ofreciendo contenidos adaptados a las preferencias del consumidor. “Hay que hablarle más al espectador, acercarse a él, mimarle, hacerle partícipe de la aventura”, apunta David Matamoros desde la productora Zentropa, que defiende que esta democratización no pasa necesariamente por el ‘gratis para todos’, “porque al final se produce el efecto contrario: como no cuesta nada, no le damos valor. Y eso es muy peligroso”.

Viabilidad

Según datos de la Cuenta Satélite de la Cultura en España, la actividad del sector cultural se incrementó un 47 % entre 2000 y 2009, mientras que el empleo creció un 35 % y el número de empresas un 36 %. Este sector se caracteriza, además, por tener un capital humano altamente cualificado, donde el 55 % de los empleados son titulados superiores.

Pero este fuerte dinamismo en los últimos años no hubiera sido posible sin las inversiones públicas, especialmente en la habilitación de infraestructuras y la programación de espectáculos. La tendencia puede variar a la postre de los últimos recortes anunciados por el Gobierno. Si los Presupuestos Generales del Estado para 2012 contemplaban un recorte del 21,2 % en el sector cultural, los de 2013 se presentan aún más restrictivos, con un 30 % menos de presupuesto. A ello se suma la reciente subida del IVA hasta el 21 % para algunos productos culturales.

Por ejemplo, los teatros y salas de titularidad pública conforman el 73,6 % del total de recintos con actividad profesional estable en España. “El teatro es un espectáculo en vivo y tiene un coste elevado. Las ayudas son imprescindibles para poder ir de gira y que la entrada del teatro tenga un coste que los espectadores se puedan permitir. Si nos vemos obligados a vivir solo de la taquilla para poder sobrevivir, es muy posible que gran parte de lo que se ofrezca al público busque la recaudación pura y dura. El acceso a la cultura para los ciudadanos es un derecho constitucional”, apunta Asenjo. Florenci Mas cambia el punto de vista.

“La reducción de subvenciones a la cultura en tiempos de crisis es normal, pero en el caso de España se agrava puesto que no tenemos hábito de consumo de cultura”

“En todas las épocas los artistas han estado subvencionados, fuese por reyes, mecenas, trabajando para instituciones como la Iglesia, etc. La reducción de subvenciones a la cultura en tiempos de crisis es normal, pero en el caso de España se agrava puesto que no tenemos hábito de consumo de cultura. Para mí todo se reduce a una sola pregunta: ¿queremos cultura? Si la respuesta es sí, deberemos encontrar vías que permitan que todo ese sector siga ejerciendo su trabajo y que viva de ello”, concluye.

“Decir adiós a las subvenciones o ayudas significaría ser el primer Estado en Europa sin tener algún tipo de medida de incentivación. ¿Es posible pensar en modelos alternativos que convivan con el actual? Sí, pero hay que encontrar fórmulas más flexibles para dañar lo menos posible a un sector frágil como el cultural”, propone Matamoros.

Acceso al crédito

Un sector cultural dinámico no puede depender totalmente de las subvenciones públicas, sino que debe diversificar sus fuentes de financiación y ser viable económicamente. Además, las industrias culturales deben tener acceso a facilidades de crédito, algo que en ocasiones resulta complejo porque tienen un perfil de alto riesgo. “Las entidades financieras son, en general, reacias a arriesgar y otras veces se dan inversiones totalmente absurdas, basadas en decisiones políticas”, expone José Mª Sánchez-Robles.

La novedad, el copyright y la creatividad son activos intangibles que no se reflejan en los balances de las empresas culturales y que, por tanto, no suelen tenerse en cuenta en los análisis bancarios. Esto ha hecho que las industrias culturales tengan una enorme dependencia de las subvenciones públicas, junto a la autofinanciación, en la que conviven viejas fórmulas como el patrocinio con otras nuevas como el crowdfunding.

“Somos un sector con unas peculiaridades determinadas y creo que hay que hacer un esfuerzo para ser empáticos los unos con los otros”, explica el productor de Zentropa. “Con Triodos mi sorpresa fue mayúscula cuando encontré una entidad con fuerza internacional pero con un arraigo al país que le permitía conocer muy bien el terreno que pisaba. Fue muy fácil buscar ese win-win, sabiendo que mi éxito es su éxito y viceversa”.

Mercedes Asenjo valora la confianza del banco en el proyecto de Azar Teatro: “Cuando ves que alguien es capaz de confiar en ti, eso hace que generes confianza en ti mismo. La sociedad española está falta de esa confianza y hay que tomar medidas para despertar de nuevo la ilusión”. “Un país que no crece en valores y en cultura es un país destinado al fracaso como sociedad"

Por SONIA FELIPE LARIOS y SALOMÉ HERCE LERMA · Fotos: (C) MARTA VIDANES – AZAR TEATRO y ZENTROPA INTERNATIONAL SPAIN